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cerrar los ojos, abrir el cielo

Su respiración lo empapa todo, densifica cada gramo de materia, cada milésima parte de aire en la habitación. No tropieza con dimensiones ni con límites, está claro que no vamos a la misma velocidad. Mientras, me absorben las motitas de colores que aparecen en el cielo cuando le veo. Cierro los ojos pero se cuela en mis pestañas, sopla susurros por la carretera de mis huesos hasta el cuello, ni siquiera le tiembla el pulso mientras se dormía mirando las grietas del techo. Miradas, espacios vacios y una habitación que enmudecía entre azules. Y en el borde de sus pestañas un sol anaranjado moría entre los cables eléctricos.

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