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El dolor de llorar es simple y duradero. Quiero decir, atraviesa etapas, primero piensas en llorar y de ese momento hasta que cae la primera lágrima hay un nudo imponente en tu garganta. Se nubla la vista y tú te acuestas en el sofá, acurrucada, mientras disimulas el llanto. Y lloras pensando en por qué lo haces, en que nada lo merece, y te secas la cara con la manga de un jersey ancho de estar por casa. Y ese nudo sigue ahí porque parece que por momentos vas a volver a empezar a llorar en cuestión de segundos. Después, pasa un tiempo, unos minutos, sigue el nudo, aunque debilitandose, los ojos rojos, el alma cansada y el dolor de cabeza. El dolor de cabeza siempre se queda.

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