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Spökena du drog på min rygg.

Era tarde, pero la luz de las farolas se colaba anaranjada por el cristal frío de la habitación. Te habías acostado boca abajo, con la espalda al descubierto. Yo estaba en vela, pensando en que se hiciera de día pronto. Tú respiración sacudía la sábana que apenas nos cubría a los dos, apoye mi cabeza sobre tu espalda que estaba fría e intranquila, plagada de pequeños y delicados lunares que me puse e contar para que me entrara el sueño.

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