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Por todo lo que quedo sin decir y todo lo que hablaron los ojos. Por cada uno de los días que pensabamos en retroceder el tiempo, en guardar unas horas más, cualquier minuto. Pintar los manteles, escribir alfabetos, cantar canciones a destiempo. Vivir de una forma nunca antes imaginada, y acabar llorando como si toda una semana hubieran sido diez minutos. Por todas las espectativas que resultaron ser una mínima parte del resultado, los desayunos con sueño, las sopas para cenar, las pocas ganas de irse a la cama. Por todo lo conocido y lo que queda por conocer. Gracias, por que quizás pasaron meses, pero todavía siguen pareciendo dias.