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Lo mejor del día es sentarme en el sillón, esperando que vuelvas, y me quede dormida. Y al cabo del tiempo, como si hubiera tenido amnesia selectiva abro los ojos en la cama rodeada de tus brazos y notando tu aliento en mi cuello. Me sale una sonrisa tonta y te dedico un beso pequeño en la comisura de tu fría boca, y pienso en cuando hace viento y choca de golpe en las persianas despertandonos a media noche. Cuando llego a casa y esta a oscuras, y desde el pasillo se ilumina tu habitación como si hubiera un frágil incendio. Tú me recojes los rizos y los colocas detrás de mis orejas pero ellos son rebeldes y nunca se quedan ahí, quieren ir más allá, y tropezarse con tu boca como lo hace la mia. Me hablas al oido y no te escucho, no me importa.