Hubo un suspiro, en mitad de la noche, bajo una verde mirada felina. La suave luz del teléfono móvil brillaba al otro extremo de la habitación, desestabilizando la oscuridad. Julia se levantó titubeando sobre el colchón, mientras sus pies acariciaban el frío parquet de su cuarto, se aproximo hacía el teléfono que marcaba en su pantalla una llamada perdida. Eran las tres y veintiséis de la madrugada, el felino lanzó un maullido que asustó a Julia mientras devolvía la llamada. El silencio tras el teléfono se hizo largo e intenso, hasta que una voz grave rompió la pausa.
- Tengo que verte.
- Te espero.
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