Pages


Había siempre un abismo que quería cruzar. A menudo era profundo, notaba el mar abajo, imperceptible, pero doloroso. Si conseguía pasarlo aparecía acto seguido otro, y después otro, era interminable, cansado a veces, casi siempre reconfortante cuando dejabas el último átras. Era como un juego de laberintos que siempre acababa en el mismo sitio, en el comienzo. Algunos abismos eran cortos, fáciles de cruzar, pero prefería los oscuros y largos, los que pensaba que no podría vencer. Entonces me di cuenta de que vivir en un abismo se había convertido en una necesidad, en la tentación de saber cuantos era capáz de superar y salir ilesa. Era superar algún miedo cuando me convencia de dar el salto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario