Para añadir inevitabilidad a los acontecimientos,
sucedieron de cinco en cinco,
de siete en siete,
de diez en cien,
de cien en cientos.
Y si me quedé despierta fué porque un escalofrío
me recorrío medio somnolienta,
mientras intentaba respirar a bocanadas
pensando asesinar a mi razón para asi olvidarme de pensar
y olvidar imaginar como deberían haber pasado las cosas
que por otras cosas no pasaron.
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