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A veces me creo invencible, como un ejercito que mata el tiempo,
y me siento voluble, como ese mismo tiempo. A veces me siento
descalza e impasible, a esperar a los acontecimientos, y otras veces
me atropellan esos mismos acontecimientos.
Todo se hace complejo si le aplico un doble sentido, y no sé vivir
sin ese mismo sentido. A veces salgo corriendo inmovil, desde dentro,
otras me siento temporal como el viento.
Si me tumbo en la cama, me abraza la textura de las sábanas. La voy
mojando lentamente, gota a gota, lágrima a lágrima. Oprimiendo
la respiración en el pecho y asfixiandome hasta casi la garganta.
El corazón me late deprisa sin hacer practicamente ruido, y las pulsaciones
inician una tregua más arriba. Yo, como si me emplastara visceral,
dialogo con los ojos cerrados, nublando las pestañas mojadas,
respiro casi en silencio, titubeo de rodillas abajo. Abro los ojos y no veo.
A veces, llevo tanto tiempo sin llorar que ya no recuerdo lo que duele.
Y quiero aplicar dobles sentidos, contraposiciones, y vivir en ese momento.